Actualidad
¿Por qué una persona necesitaría salir de un lugar en el que no sabe que está atrapada?
No solo no sabe que está, sino que todo a su alrededor no deja de darle señales, de indicarle y mostrarle permanentemente, que es su lugar, el que le corresponde. Todo lo que vea y escuche la fijará allí. Lo que no vea ni escuche, también.
Estar en ese lugar que le esperaba antes de ser, es entrar sin saber en un orden preexistente que se alimenta a sí mismo, que se reproduce sin ningún esfuerzo.
Desde lo teórico y conceptual se lo entiende, define y explica como cultural, desde lo cotidiano se lo vive como natural…
¿De dónde surgiría la idea de salir de un lugar al que no se entró?
Y como si esto no alcanzara para explicar por qué las mujeres se quedan, podemos agregar que no existe un otro lugar que la espere… otro lugar que esté ahí dispuesto para complementar ese autorescate… para recibirla y alojarla así de fácil, sin más.
SALIR… desde afuera podemos pedir, esperar, casi exigir: “SAL!”, pero hay dónde “IR”?
Ese lugar al cual la mujer se dirige cuando, pese a todo sale, es un lugar en continua construcción individual y colectiva, plagado de obstáculos, cascoteado permanentemente, compleja trama que no facilita la salida, de hecho, la obstruye y algunas veces intenta/consigue devolverla al lugar del cual salió.
Y así, en este contexto que no invita, no propone, no espera ni facilita la salida, muy mínimamente enunciado aquí, algunas mujeres salen!!!
Hace muchos años, me lo preguntaba… “¿por qué no se van?” y a poco de andar y acompañar a mujeres en situación de violencia, la pregunta viró a “¿cómo es que hacen para irse?”
Celebro profundamente la rebeldía y la fuerza de todas ellas, todas es todas, las que salen y las que no… porque salir tiene sus tiempos, a salir se empieza muchísimo antes de lo que vemos desde afuera… y probablemente no termine nunca…
Seamos parte de esta construcción del lugar al cual IR, IR YENDO, VAMOS YENDO!
(vivan los gerundios!)
Andrea Palacios
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¿Por qué una persona necesitaría salir de un lugar en el que no sabe que está atrapada?
No solo no sabe que está, sino que todo a su alrededor no deja de darle señales, de indicarle y mostrarle permanentemente, que es su lugar, el que le corresponde. Todo lo que vea y escuche la fijará allí. Lo que no vea ni escuche, también.
Estar en ese lugar que le esperaba antes de ser, es entrar sin saber en un orden preexistente que se alimenta a sí mismo, que se reproduce sin ningún esfuerzo.
Desde lo teórico y conceptual se lo entiende, define y explica como cultural, desde lo cotidiano se lo vive como natural…
¿De dónde surgiría la idea de salir de un lugar al que no se entró?
Y como si esto no alcanzara para explicar por qué las mujeres se quedan, podemos agregar que no existe un otro lugar que la espere… otro lugar que esté ahí dispuesto para complementar ese autorescate… para recibirla y alojarla así de fácil, sin más.
SALIR… desde afuera podemos pedir, esperar, casi exigir: “SAL!”, pero hay dónde “IR”?
Ese lugar al cual la mujer se dirige cuando, pese a todo sale, es un lugar en continua construcción individual y colectiva, plagado de obstáculos, cascoteado permanentemente, compleja trama que no facilita la salida, de hecho, la obstruye y algunas veces intenta/consigue devolverla al lugar del cual salió.
Y así, en este contexto que no invita, no propone, no espera ni facilita la salida, muy mínimamente enunciado aquí, algunas mujeres salen!!!
Hace muchos años, me lo preguntaba… “¿por qué no se van?” y a poco de andar y acompañar a mujeres en situación de violencia, la pregunta viró a “¿cómo es que hacen para irse?”
Celebro profundamente la rebeldía y la fuerza de todas ellas, todas es todas, las que salen y las que no… porque salir tiene sus tiempos, a salir se empieza muchísimo antes de lo que vemos desde afuera… y probablemente no termine nunca…
Seamos parte de esta construcción del lugar al cual IR, IR YENDO, VAMOS YENDO!
(vivan los gerundios!)
Andrea Palacios