Actualidad
Históricamente, han sido dos campos de investigación y abordaje diferenciados, que han ido por caminos paralelos, sin puntos de encuentro. Sin embargo, la violencia de género y la violencia contra lxs niñxs, en todas sus formas, van de la mano. Existen mujeres que han estado, o están, en situación de violencia con sus parejas o padres de sus hijxs y que, en este contexto, estxs hijxs, han sido víctimas de violencia sexual por parte de ese padre.
Cuando estas madres detectan la violencia sufrida por sus hijxs y se colocan en posición de protección, cumpliendo los pasos que el mismo sistema establece para estas situaciones, se las denomina Madres Protectoras.
La detección suele darse luego de la separación, y esto es así por múltiples razones. Ocurren cambios en la vida cotidiana que propician un entorno posible para la develación: sin la violencia en el hogar, mejoran las condiciones para hablar o expresarse de algún modo para esxs niñxs (con la madre, en terapia, en la escuela…), mejora la calidad del vínculo, aumenta la sensación de seguridad, disminuye el miedo, se generan espacios confiables de intercambio, se aprende -de la propia experiencia- sobre alternativas para poner límites a la violencia, etc..
Es necesario e imprescindible tener presente que mientras esto sucedió y sucede las madres también han sido y están siendo víctimas de la violencia de la misma persona que violenta sexualmente a sus hijxs. Este escenario no coloca a estas mujeres -ni a nadie- en la mejor posición para detectar e intervenir ante semejante atrocidad. Sin embargo las madres protectoras, superando este -el peor- contexto, lo hacen.
En Shalom Bait funcionan grupos de Madres Protectoras. Estos espacios son el marco de acompañamiento necesario para entenderse a sí mismas, para romper el aislamiento y conformar esa red de apoyo imprescindible y fundamental, que sirve de contención para atravesar los complejos momentos en este camino que han iniciado.
NO son ellas responsables de la ocurrencia de la violencia sexual hacia sus hijxs, sino quien la comete. Focalizar en su “falla como detectoras” implica dejar fuera de la mirada a quien ejerce esta forma de violencia y diluir su responsabilidad.
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Históricamente, han sido dos campos de investigación y abordaje diferenciados, que han ido por caminos paralelos, sin puntos de encuentro. Sin embargo, la violencia de género y la violencia contra lxs niñxs, en todas sus formas, van de la mano. Existen mujeres que han estado, o están, en situación de violencia con sus parejas o padres de sus hijxs y que, en este contexto, estxs hijxs, han sido víctimas de violencia sexual por parte de ese padre.
Cuando estas madres detectan la violencia sufrida por sus hijxs y se colocan en posición de protección, cumpliendo los pasos que el mismo sistema establece para estas situaciones, se las denomina Madres Protectoras.
La detección suele darse luego de la separación, y esto es así por múltiples razones. Ocurren cambios en la vida cotidiana que propician un entorno posible para la develación: sin la violencia en el hogar, mejoran las condiciones para hablar o expresarse de algún modo para esxs niñxs (con la madre, en terapia, en la escuela…), mejora la calidad del vínculo, aumenta la sensación de seguridad, disminuye el miedo, se generan espacios confiables de intercambio, se aprende -de la propia experiencia- sobre alternativas para poner límites a la violencia, etc..
Es necesario e imprescindible tener presente que mientras esto sucedió y sucede las madres también han sido y están siendo víctimas de la violencia de la misma persona que violenta sexualmente a sus hijxs. Este escenario no coloca a estas mujeres -ni a nadie- en la mejor posición para detectar e intervenir ante semejante atrocidad. Sin embargo las madres protectoras, superando este -el peor- contexto, lo hacen.
En Shalom Bait funcionan grupos de Madres Protectoras. Estos espacios son el marco de acompañamiento necesario para entenderse a sí mismas, para romper el aislamiento y conformar esa red de apoyo imprescindible y fundamental, que sirve de contención para atravesar los complejos momentos en este camino que han iniciado.
NO son ellas responsables de la ocurrencia de la violencia sexual hacia sus hijxs, sino quien la comete. Focalizar en su “falla como detectoras” implica dejar fuera de la mirada a quien ejerce esta forma de violencia y diluir su responsabilidad.