Actualidad, Novedades Institucionales
En el mes del Día Internacional de lxs Trabajadorxs, reflexionamos en torno a las desigualdades que viven las mujeres cis trabajadoras en el campo laboral y profesional y cómo esto impacta en las que están en situaciones de violencia.
La creciente participación de las mujeres en el empleo remunerado en las últimas décadas, expuso la tensión entre los tiempos que implica el trabajo doméstico y de cuidados y las exigencias del mercado laboral, dando lugar a la llamada “triple jornada laboral” de las mujeres. La desigual distribución de los trabajos productivos y reproductivos según el género tiene un significativo impacto en la pobreza de las mujeres, además de ser históricamente una de las mayores fuentes de desigualdad, sino la original.
Como consecuencia de la impuesta dedicación femenina al trabajo doméstico y de cuidados, existe una inserción desigual en el mercado laboral. Hay muchas evidencias de ello. Al analizar la brecha salarial por maternidad, las mujeres con hijes ganan menos que las mujeres sin hijes en toda América Latina. La tasa de actividad, que refleja el deseo de participar en el mercado laboral, es menor para las mujeres, ampliándose esa diferencia respecto a los varones a medida que en esos hogares hay más niñes. La tasa de desempleo, mayor para las mujeres, también es indicador de esta inserción desigual. Cuando ellas efectivamente encuentran un trabajo, las inequidades se expresan en que, en promedio, tienen salarios menores a los de los varones en todo el mundo, a la vez que también realizan trabajos vinculados con tareas domésticas y de cuidado.
Todos estos factores se intensifican en la vida de las mujeres que están en situaciones de violencia. Van perdiendo paulatinamente su autonomía y esto se expresa, entre otras formas, en el progresivo aislamiento, en el abandono de sus trabajos bajo amenazas u hostigamientos de sus parejas, en la pérdida de sus ingresos propios y la dedicación exclusiva a la crianza y cuidado de lxs hijxs. Muchas mujeres llegan a Shalom Bait en este contexto. Parte de nuestro trabajo busca visibilizar cómo la violencia económica se combina y potencia con esta desigualdad estructural. Las acompañamos en la búsqueda de estrategias que las lleven hacia la salida. Volver a la vida laboral puede ser parte de la recuperación de la autonomía, del manejo del propio tiempo y de la toma de decisiones.
En el mes del Día Internacional de lxs Trabajadorxs, nuestro compromiso está en seguir luchando contra las desigualdades y violencias que afectan la autonomía de las mujeres en todas sus formas. Y también, ante su injusta valoración histórica, decimos que cuidar es trabajar y que merece una valoración social y económica acorde a lo esenciales que resultan para sostener nuestras sociedades.
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En el mes del Día Internacional de lxs Trabajadorxs, reflexionamos en torno a las desigualdades que viven las mujeres cis trabajadoras en el campo laboral y profesional y cómo esto impacta en las que están en situaciones de violencia.
La creciente participación de las mujeres en el empleo remunerado en las últimas décadas, expuso la tensión entre los tiempos que implica el trabajo doméstico y de cuidados y las exigencias del mercado laboral, dando lugar a la llamada “triple jornada laboral” de las mujeres. La desigual distribución de los trabajos productivos y reproductivos según el género tiene un significativo impacto en la pobreza de las mujeres, además de ser históricamente una de las mayores fuentes de desigualdad, sino la original.
Como consecuencia de la impuesta dedicación femenina al trabajo doméstico y de cuidados, existe una inserción desigual en el mercado laboral. Hay muchas evidencias de ello. Al analizar la brecha salarial por maternidad, las mujeres con hijes ganan menos que las mujeres sin hijes en toda América Latina. La tasa de actividad, que refleja el deseo de participar en el mercado laboral, es menor para las mujeres, ampliándose esa diferencia respecto a los varones a medida que en esos hogares hay más niñes. La tasa de desempleo, mayor para las mujeres, también es indicador de esta inserción desigual. Cuando ellas efectivamente encuentran un trabajo, las inequidades se expresan en que, en promedio, tienen salarios menores a los de los varones en todo el mundo, a la vez que también realizan trabajos vinculados con tareas domésticas y de cuidado.
Todos estos factores se intensifican en la vida de las mujeres que están en situaciones de violencia. Van perdiendo paulatinamente su autonomía y esto se expresa, entre otras formas, en el progresivo aislamiento, en el abandono de sus trabajos bajo amenazas u hostigamientos de sus parejas, en la pérdida de sus ingresos propios y la dedicación exclusiva a la crianza y cuidado de lxs hijxs. Muchas mujeres llegan a Shalom Bait en este contexto. Parte de nuestro trabajo busca visibilizar cómo la violencia económica se combina y potencia con esta desigualdad estructural. Las acompañamos en la búsqueda de estrategias que las lleven hacia la salida. Volver a la vida laboral puede ser parte de la recuperación de la autonomía, del manejo del propio tiempo y de la toma de decisiones.
En el mes del Día Internacional de lxs Trabajadorxs, nuestro compromiso está en seguir luchando contra las desigualdades y violencias que afectan la autonomía de las mujeres en todas sus formas. Y también, ante su injusta valoración histórica, decimos que cuidar es trabajar y que merece una valoración social y económica acorde a lo esenciales que resultan para sostener nuestras sociedades.